Opinión

Una nueva (mujer) ciudadana

A varios años de la institucionalización, de parte de la ONU, del “Día de la Mujer” en 1975, que luego en el 77, y para una mayor comprensión de su significado, pasa ha llamarse “Día internacional de los derechos de la mujer y la paz internacional”, todavía nos cuestionamos: ¿Cómo pensamos en estos nuevos sujetos?, aquellos que se reformularon a base de grandes movilizaciones sociales y culturales, que tomaron consciencia de su estado de existencia y, junto con otras luchas sociales como el movimiento obrero y socialista, vieron el estado de exclusión de derechos civiles, educativos y sexuales al que estaban sometidas. Y en busca de su autonomía personal, aquellas mujeres proclamaron discursos de libertad e igualdad en diferentes momentos de la historia y espacios geográficos, con el único fin de ser consideradas sujetos completos y capaces, lo cual fue la expresión de su necesidad por tener las mismas oportunidades.

De este modo, no existe mejor manera de entender esta evolución femenina que leyendo a Gioconda Belli y su poema ¨No me arrepiento de nada¨. Ella nos dibuja con sus poemas, imágenes de esta lucha externa de antaño que diariamente vivimos internamente cada una de nosotras. Además nos recuerda que cada vez que decidimos estudiar esto o aquello, se lo debemos a otras mujeres que decidieron que este beneficio a la educación y la libertad de elegir también era suyo.

No me arrepiento de nada
(Gioconda Belli)


No me arrepiento de nada
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.

No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.

Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.

En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es, (…)
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable, (…) 


Escrito por:
Margarita Zuzunaga Ibérico- Alumna de San Marcos,
y Presidenta del Grupo de Investigación: Rikchary Warmi



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Primero de Mayo: «Día Internacional del trabajador» 


Las personas que trabajamos cuando vemos un rojo en el almanaque, usualmente nos alegramos ya que asumimos que ese día no trabajaremos. Y es que nuestro mundo nos ha acostumbrado a celebrar fechas, sin saber realmente qué celebramos. Si vamos en contra de esta tendencia, que tiende a expandirse, y revisamos la historia del primero de mayo nos convenceremos de que no hay mucho que celebrar, pues si bien el primero de mayo representa la obtención de las ocho horas laborales, esto tuvo su precio, o diríamos sacrifico con más propiedad.

Historia del primero de mayo.

Era el 01 de mayo de 1886 y los trabajadores estadounidenses cansados de la explotación que sufrían, y tras verse imposibilitados de otros recursos de consenso para la realización de las ochos horas, convocaron a una huelga indefinida. Su lógica era clara, y la expresaba su consigna: “Ocho horas de trabajo, ocho de reposo y ocho para la recreación”. La represión del estado americano contra el movimiento no se hizo esperar, y dejó un saldo de nueve muertos aquel día. Aunque suene paradójico, los hechos más violentos no ocurrieron ese primero de mayo sino los días consecutivos. Así el 04 de mayo los policías, al querer sorpresivamente suspender un mitin que estaba autorizado a realizarse en Chicago, se enfrentó a los trabajadores. El saldo, esta vez fue 38 muertos y 115 heridos.

Sin embargo la represión no paro ahí, sino que se extendió a todo chicago, deteniendo así a cientos de trabajadores y dirigentes. De esta multitud de obreros detenidos solo a un pequeño grupo se le abrió juicio, culpándolos del lanzamiento de una bomba que causó la muerte de un policía, estos fueron: Hessois Auguste Spies, Michael Schwab, Georges Engel, Adolf Fischer, Louis Ling, Samuel Fielden, Oscar Neebe. La sentencia final del cuestionado e irregular juicio fue: pena de muerte para 5 de ellos, cadena perpetua para 2, y quince años de trabajo para 1. La fecha elegida para la ejecución fue el 11 de noviembre, en ella murieron Fischer, Engel, Parsons y Spies. Luego de unos años cuando se demostró que los ahorcados por ese controvertido juicio, eran inocentes, se les empezó a denominar los “Mártires de Chicago”.

Fue desde ese agitado mayo que el Primero de Mayo se convertiría en un día reivindicativo, el día de los mártires de Chicago, en el que todos los obreros aprovecharían para reivindicar su mayor pretensión del momento, la reducción de la jornada laboral a ocho horas.Creo que luego de conocer la historia del primero de mayo, no deberíamos pensar en celebrar la misma, sino en conmemorar a las personas que dieron su vida en vista de una jornada laboral más justa y humana.



"Si creéis que ahorcándonos podéis acabar con el movimiento obrero... ¡entonces ahorcadnos! Aquí pisoteáis una chispa, pero allí y allá, detrás de vosotros, frente a vosotros, y por todas partes, las llamas surgirán. Es un fuego subterráneo. No lo podréis apagar".                                                                
August Spies (ejecutado en Chicago el 11 de noviembre de 1887)
 

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